Une crise sociale (Coronavirus – Covid19)

Llegó el día. El día que nunca quisimos que llegara y que, de la noche a la mañana ha hecho replantearnos nuestras vidas, hábitos y responsabilidades porque, como seres humanos, tenemos una serie de normas que acatar ¿verdad?
Antiguamente se rezaba o bailaba a los Dioses para pedir días de lluvia y salvar las cosechas, para pedir fortuna en un día de caza y hacer así que las familias pudieran comer o en resumidas cuentas, sobrevivir, evolucionar. Sin ir más lejos y siguiendo la tradición en México, cada 1º y 2º de Noviembre se componen altares y caminos de pétalos pidiendo que los difuntos vuelvan al mundo físico pero, ¿y a quién pedimos permiso cuando decidimos si un feto debe vivir o morir? ¿Y cuándo estamos inyectando diferentes bacterias a ratones de laboratorio? Porque ya no son ratones, son ratones de laboratorio. ¿Por qué un paciente en el hospital, infectado con Covid-19 tiene prioridad a la hora de ser atendido frente a uno enfermo de cáncer? ¿Quién crea estos comités y bajo qué criterios se decide sobre las vidas de los demás?
Hemos llegado a un punto en la historia en el que el ser humano, en busca de la divinidad absoluta y sin cuestionarse el impacto de sus decisiones, no hace más que pensar en su propio interés sin respetar el equilibrio del planeta en el que vive, y por tanto, no justifica de manera humana la mayoría de sus acciones.

 

Hace un tiempo me contaba Laura, una amiga que vive en los Dolomites austriacos, que Hans, uno de sus tres hijos, le preguntó si aquella antigua chimenea de ladrillo en la periferia del pueblo fabricaba nubes. ¿Cómo se le explica a un niño, que no puede salir a la calle por semanas, inclusive meses? ¿Se le cuenta la historia de que un bicho malo procedente de un animal entra en el cuerpo de las personas y las hace enfermar mientras las fábricas producen nubes? ¿O tal vez que el mundo industrializado y cada vez más capitalista en el que vivimos gracias a muchas fábricas que producen nubes, ha engendrado un bicho que ataca a las sociedades de los diferentes países y por lo tanto a sus economías? Porque tratamos y hablamos a los niños como si fueran tontos pero nada más lejos de la realidad.
De cualquiera de las maneras, los gobiernos están poniendo a prueba lo que este histórico punto de inflexión ha provocado: La capacidad extrema de control sobre la población y esto, señores, lo están viviendo las generaciones venideras también.

 

A día 24 de Marzo de 2020 y transcurridos diez días del estado de alarma en el país, uno se plantea muchas cosas, al menos yo. Enfermo a causa del bombardeo continuo de noticias falsas, histeria, pánico innecesario y medidas extremadamente dictatoriales, pienso que todo esto ya no sólo se podía haber evitado, si no que podíamos haber salido más fuertes si cabe. Lamentablemente no será así ya que la economía en unos meses, como ya pasó en el 2008, se verá gravemente resentida. ¿Y qué pasará con nosotros en unos meses? ¿Recapacitaremos sobre lo que estamos viviendo o seguiremos haciendo lo que nos venga en gana como hemos estado haciendo hasta que llegue una nueva oleada de muertos a causa de un virus o un meteorito?

 

Me pregunto si la gente se cuestiona todo lo que yo me cuestiono, ya no por nosotros si no por Hans, tus hijos, sobrinos, los hijos de tus hijos y las generaciones futuras. ¿Es que queremos un planeta como el que representaban Ridley Scott o George Miller en sus películas?

 

Dejemos un legado y muramos como seres humanos, resignémonos a morir como alguien que vivió en este planeta y no hizo nada por cambiar, por mejorar, por evolucionar porque si el #quédatencasa o #stayhome funcionan en tiempos de crisis sociales, ¿Por qué no iba a hacerlo #yovoyacambiar?

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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